Texto de Artista

Mi práctica se articula en torno al paisaje entendido como un lugar que genera tensiones, donde coinciden confrontaciones pero al mismo tiempo la necesidad de contemplación, donde se experimenta lo trascendental o en el mejor de los casos, donde lo espiritual se manifiesta. Trabajo con fotografía, video, objetos-esculturas e instalaciones bajo una impronta escultórica: la imagen no es un registro inmediato, sino un proceso acumulativo que se construye por adición, en capas de tiempo, materia y significación.

El paisaje en mi obra no se presenta únicamente como escenario natural, sino como un territorio simbólico atravesado por memoria, historia y conflicto. Es un espacio donde se superponen lo visible y lo latente, lo documental y lo poético, lo real y lo imaginado. La figura humana, cuando aparece, lo hace como habitante y mediador, subrayando la relación íntima entre cuerpo y territorio.

Este enfoque dialoga con tradiciones pictóricas y contemporáneas: desde el romanticismo de Caspar David Friedrich o la mirada de Pieter Bruegel el Viejo, hasta los paisajes de Manuel Cabré en Venezuela y la modernidad poética de Tarsila do Amaral en Brasil, prolongada en propuestas más recientes como la de Leda Catunda. Al mismo tiempo, la fotografía contemporánea de Andreas Gursky, Candida Höfer o Thomas Struth, y la intensidad corporal en la obra de Rineke Dijkstra, ofrecen claves para pensar el paisaje no como fondo, sino como protagonista y construcción cultural.

En mi investigación, lo que busco no es representar un paisaje, sino generar situaciones de contemplación crítica: espacios en los que la imagen activa en el espectador la conciencia de que cada territorio contiene capas de tiempo, memoria y significación, siempre en disputa entre naturaleza, cultura e historia.